domingo, 8 de agosto de 2010

Anécdotas desde el calor


Que la poesía no es un género de masas, no es algo nuevo. Pero tampoco hacen mucho por evitarlo las propias librerías y grandes superficies encargadas de "vender el producto". Ayer, en un Centro Comercial de Madrid, me sorprende localizar los libros de versos compartiendo anaqueles con la literatura de humor y las omnipresentes narraciones sobre vampiros. Apenas dos o tres estantes poblados en su mayoría de clásicos del género, con poca presencia de autores nuevos. Miguel Hernández, en su centenario, capitaneaba el mayor número de títulos, en ediciones de lujo, obra completa o libro de bolsillo. Gamoneda o el reciente Premio Cervantes, José Emilio Pacheco, también se dejaban ver entre los supervivientes de la lírica, junto a obras de Andreu Buenafuente, Florentino Fernández o la Saga Crepúsculo. En otra librería vecina, apenas el combativo Miguel Hernández aguantaba el tipo, como un náufrago, un poco desubicado, rodeado de best-sellers y libros de autoayuda.

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