Acabamos de clausurar las primeras Jornadas Góticas de Cáceres. Esta mañana de domingo, reconciliada con la luz después del tempestuoso sábado, tras la plácida y serena visita del camposanto cacereño. Ha sido un fin de semana intenso y cargado de actividades, con agradecida respuesta por parte del público, pese a la escasa difusión que se ha realizado por parte de los medios y en unos días plagados de múltiples convocatorias. Norbanova Debate y la Velada literaria acapararon las tardes del viernes y del sábado, en el Salón de Actos del Museo de Cáceres, muy cerca del legendario aljibe árabe, joya del Palacio de las Veletas, en pleno Mercado de las Tres Culturas.
200 años han pasado desde aquel verano de 1816 en Ginebra, a las orillas del Lago Lemán, en la mítica Villa Diodati. George Gordon, Lord Byron, ejercía de anfitrión del matrimonio Shelley, formado por Mary y Percy, a los que acompañaba la hermanastra de ésta, Claire Clairmont, sin olvidar al médico personal del noble, John William Polidori. No era azul el color del cielo, jirones grisáceos de la erupción de un volcán en las antípodas lo habían cubierto, ennegreciendo la silueta de los Alpes y el agua sinuosa del lago. En su poema "Las Tinieblas", Byron dibuja un mundo tomado por la oscuridad, donde la luz se ha extinguido y los hombres se convierten en bestias. Era tal el escenario para la creación del mito, para trasladar a la ficción los más íntimos terrores del ser humano, aquellos donde ni siquiera los muertos pueden reposar tranquilos y la niebla deviene negro vaho que se cuela por los poros. La pluma de Mary Shelley concibió entre esta bruma a la criatura, fue tomando cuerpo hasta erguirse más allá del hálito creador de su autora, impregnando la literatura, los iconos del inconsciente colectivo. Doscientos años después, el nombre de Frankenstein nos habla con los rasgos de Boris Karloff o Christopher Lee, con el color amanerado de la Hammer, salpica la memoria de semblanzas románticas como las de Gonzalo Suárez, en Remando al Viento.
De todo ello nos ilustró Diego Morán (Redactor de la Revista SEMINCI, de Valladolid), en una sesión inolvidable en Norbanova Debate. Y detrás de la criatura, sustento de ella, el mito, el Prometeo Moderno, dador del fuego de la vida, que dibujara Esquilo, como recordó el profesor Francisco J. Tovar, un ser que remueve los códigos más secretos de la ciencia, que surge del fragor de la electricidad, cuyos tejidos se alimentan del rayo. Ficción ahora, ¿realidad en el futuro? pregunta que dejó abierta el Dr. Montero Juanes recordando que lo que hoy puede ser una quimera, poco a poco podría ir abriéndose paso a través de los senderos de la experimentación, con avances como las células madre o las posibilidades infinitas del ADN. Plantearse hasta qué punto el hombre puede jugar a ser Dios inaugura un debate lleno de interrogantes, que la profesora de filosofía Raquel Rodríguez trató de despejar apuntalando diversas soluciones desde la óptica de la Ética. Frankenstein como mito, pero también como personaje icónico, criatura que ha sabido arrebatar la identidad a su creador, quien en su reflejo ya no reconoce sino las facciones del engendro. Dio para mucho la mesa redonda del viernes, no fue impedimento el tic tac del reloj ni el crepúsculo cacereño cuajando sobre las espadañas de la vecina Plaza de San Mateo.
Mesa Redonda "200 años del Mito de Frankenstein". De izquierda a derecha, Jesús M. Gómez, Francisco J. Tovar, Diego Morán, José M. Montero y Raquel Rodríguez
En la noche del sábado, lluviosa y tumultuosa, Cáceres fue Sevilla durante la representación de "Maese Pérez, el organista", a cargo de la compañía de teatro "Ratón de Biblioteca", del Colegio Paideuterion. No cabía un alfiler en el Salón de Actos del Museo y a los efluvios del aljibe se unieron las notas descarnadas del órgano, el Avemaría de las devotas y el fantasmal tañido de las teclas. Se escucharon los cánticos en la voz de la soprano Rosario Cruz y susurró el tintineo de las aterciopeladas faldas de las beatas que acudían a la Misa del Gallo.
Elenco y momentos de la representación de "Maese Pérez el organista", a cargo del Grupo de Teatro "Ratón de Biblioteca", con la colaboración de Rosario Cruz.
La presencia de Gustavo Adolfo Bécquer, de sus leyendas y también de sus rimas, se dejó sentir a lo largo de la velada mientras la lluvia continuaba regando las callejas de la ciudad monumental. Allí dentro, junto a las milenarias aras votivas y las lápidas romanas, la poesía se hacía un hueco, vistiendo de romanticismo la noche de noviembre, coloreando los matices del negro. Varios fueron los intérpretes de autores que además de Bécquer, lo hicieron posible. El extremeño Espronceda, el inefable Larra, los siniestros Poe o Lovecraft. La lectura como reivindicación de un género, de un mensaje, que reside en los entresijos de la penumbra.
Participantes en la lectura de obras del Romanticismo, durante la Velada Literaria.
Y no podíamos concluir sino paseando junto a los túmulos, recreándonos con los contrastes de la arquitectura funeraria. Es el cementerio de Cáceres un lugar por conocer. Y si se dispone de un guía como Fernando Jiménez Berrocal, archivero municipal y uno de los dos cronistas oficiales de la ciudad, el recorrido se convierte en un apasionante viaje al pasado en el que la historia de Cáceres se escribe a través de las inscripciones de las lápidas, en los nombres que ornan los panteones. Desde mediados del siglo XIX en que se consagró como lugar de enterramiento. Los tres primeros patios, el limbo, la conjunción de estilos, la capilla edificada con las piedras del desamortizado convento de la Concepción, la imagen de mármol blanco de la Virgen de la Estrella, nos trasladan a un universo que parece fuera de los márgenes de la realidad tecnificada en que vivimos, donde los mensajes de los epitafios invitan a la reflexión y a la consciencia de la caducidad. Sorprende sin embargo que el público haya acudido en gran número a esta visita, que incluso los medios de prensa hayan querido dar testimonio del punto final de estas Jornadas Góticas que invitan a una nueva edición el año próximo, con más contenido, y a ser posible, mayor implicación de la ciudadanía. En esta arriesgada propuesta, no solo la A.C. Norbanova, sino quienes la acompañaron, y aquí es obligado recordar a las Asociaciones Letras Cascabeleras o la Filatélica y Numismática Cacereña, pueden tener la satisfacción de que ha merecido la pena.
El cronista oficial de Cáceres, Fernando Jiménez Berrocal, en la visita guiada al Cementerio de la ciudad.
Imágenes de la visita al cementerio de Cáceres, calles,
panteones y limbo.