sábado, 30 de julio de 2011
Vacaciones culturales
Pese a las fechas en que nos encontramos, cuando gran parte de los mortales se precipita a abandonar sus ciudades y lugares de residencia, no son obstáculo el calor y la urgencia de las vacaciones para que aún continúen teniendo lugar interesantes actos y convocatorias, en este caso, de contenido literario, y nos referimos a la presentación, ayer noche, en Cáceres, en la Machacona, de la nueva colección "Me Pirra", que edita la editorial Rumorvisual, y que ha querido estrenar con dos obras, el poemario "Dana o la luz detenida", de José Cercas, y el libro de breves "Matarratos", de Santiago Tobar. Nos perdimos la velada, pero seguro que dio para mucho, y que los autores, con la colaboración de Manuel Cobos y otros amigos, tal como hemos visto en las fotos que han colgado en su Facebook, supieron encandilar al auditorio y hacer olvidar el bochorno que estamos padeciendo estos días. Sí hemos podido acercarnos esta mañana a Monroy para compartir con Alberto Navalón la presentación en dicha localidad de su libro "Lágrimas para otra vida", que continúa interesando significativamente a los lectores. El acto ha contado con la presencia de diversas personalidades de la vida cultural de Monroy, interviniendo finalmente su Alcalde, que ha entregado una placa de agradecimiento al escritor.
Me comentan las responsables de Norbanova que para después del verano entrará en imprenta el nuevo volumen de la Colección de Narrativa y que se encuentran trabajando en un proyecto de Literatura Infantil que pretenden presentar ya en 2012.
miércoles, 27 de julio de 2011
La última vez que vi París (por ahora)
Fue hace ya dos días. Aunque todo suene a empalagoso tópico, sí, lo de la "Ciudad de la Luz", el romanticismo parisino o la misma repetida imagen de la Tour Eiffel, que ni por un instante se descuelga del campo visual, lo cierto es que pese a no ser nuestro primer viaje a la capital francesa, la ciudad tiene un algo que la hace realmente única e inolvidable, que te invita a perderte por sus distintos universos, pues así me parecen sus barrios y entornos, con una personalidad que termina absorbiéndote. Espero volver, una vez más, algún día, aunque ahora lo mejor sea asimilar los buenos momentos vividos y recoger los sabores y las instantáneas que aquellas calles y sus gentes nos han regalado. Como el ejercicio de recorrer los muelles, de dejarse llevar puente tras puente; de subir las escaleras que conducen a Montmartre, aunque ya poco quede de aquel laberinto de callejuelas y garitos que conocieron los artistas de finales del siglo XIX y principios del XX y que tanto se ha mitificado después, quizá en exceso. Hoy, la vorágine de los turistas apenas permite distinguir el contorno de la Place du Tertre, literalmente tomada por toda clase de pintores que ven en aquellos su forma de ganar dinero, las más de las veces improvisando retratos, caricaturas, paisajes de París, en directo y sobre la marcha. Quizá nos encontremos con diversas categorías artísticas y calidades, imágenes repetidas hasta un punto casi sin retorno, pero no por ello carentes en todo caso de ese difícil encanto que es inherente al arte de la calle. La música completa el cuadro del tour parisino de la Butte Montmartre. Junto al Sacré Coeur, se escucha el arpa o el acordeón y los visitantes foráneos se marchan satisfechos camino de Clichy y del no lejano Moulin Rouge, a catar quizá otro tipo de sensaciones.
La voracidad propia de la maquinaria urbana apenas deja instantes para reflexiones más profundas, pero un café o una cerveza en el velador de cualquier típica "Brasserie", contemplando el tránsito mecánico de esa humanidad que es cautiva de su época puede constituir un buen principio para hacer un guiño al espíritu creativo y prender la mecha de la literatura, lo que puede comenzar con el hecho de tener un buen libro en las manos, que leer por supuesto en francés, como no podía ser de otra forma. La fórmula funciona, y al menos si lo que se pretende es la evasión del yugo de lo cotidiano, a mí me ha servido. Aunque luego tenga que continuar mi lectura ya en tierras españolas. Al menos AMÉLIE NOTHOMB me ayudará a mejorar mi francés, mientras avanzo página a página de su libro.
También solemos visitar siempre en París alguno de sus cementerios. Ya vimos el más famoso, el de Père Lachaise, donde se ubica la muy concurrida tumba de Jim Morrison, y esta vez le ha tocado el turno al de Montmartre, donde entre otros, reposan artistas como Héctor Berlioz, Heine, Stendhal, Alejandro Dumas o el cineasta François Truffaut. Extraño camposanto, en parte cubierto por un puente metálico que sugiere la apariencia de que las tumbas se encuentran en una nave industrial. El resto queda no obstante al aire libre y rodeado de viviendas, cuyas ventanas ofrecerán sin duda vistas privilegiadas del conjunto. No aptas para supersticiosos o personas sensibles.
El recorrido lo terminaremos en los pasajes enclavados en el entorno de los Grandes Boulevares, por supuesto fuera del influjo y la tela de araña de los Centros Comerciales, muy abundantes en esa zona y con precios que te hacen mirar para otro lado, sobre todo ahora, en estos tiempos donde el lujo parece fuera de sitio. En las tiendas de las marcas de renombre, de mayor caché, sólo los japoneses hacen cola. En la especie de zoco que recuerdan Pasajes como el llamado "Panoramas", prolifera otro tipo de ofertas. Los objetos de colección, la filatelia, la tarjeta postal, que tanto nos gusta. Es una experiencia indescriptible hablar de la materia con auténticos especialistas, en el país que prácticamente exportó este tipo de sistema de comunicación en tiempos en que ni internet, ni la televisión, ni por supuesto el correo electrónico eran imaginables. Como mi lectura en francés, esta vez lo que corresponde es hacer acopio de estampas parisinas, todas de aquellos años de la llamada "Belle Epoque", tarjetas que será difícil localizar en otro lugar y en las que aún vive ese París que el imparable avance de los tiempos ha terminado por difuminar.
domingo, 10 de julio de 2011
Un grandioso autor: Roberto Bolaño
Hay autores sobre los que uno se pregunta qué podían habernos dado de no haber desaparecido prematuramente. Surge este debate a propósito de creadores como Roberto Bolaño, fallecido en 2003 a los 50 años de edad y con un potencial literario absolutamente indiscutible. He leído varias obras suyas, estoy terminando la última publicada por Anagrama; "Los sinsabores del verdadero policía" y la verdad es que el desconcierto que produce en el lector va parejo con la admiración que igualmente suscita al comprobar cómo puede construirse una novela partiendo de datos y material tan dispares, con unos personajes casi anecdóticos pero con suficiente peso para permitir la cohesión de todo el conjunto y que disculpa con creces la ausencia de un final, de un "acabado" que prácticamente resultará ya innecesario y que se antojaría estereotipado en una obra de estas características. Por su volumen no me he atrevido aún con la que viene considerándose la novela esencial de Bolaño, "Los detectives salvajes", pero creo que es cuestión de tiempo, tiempo para perderle el respeto y tiempo para devorar las cientos de páginas de que consta. Quizá este mismo verano. Y no es cuestión de modas. Cierto es que después de su muerte, el escritor chileno está siendo cada vez más venerado, pero creo que esa atención del público y los críticos está justificada.
jueves, 7 de julio de 2011
Aquellos veraneos de primeros de siglo
En Extremadura hay muchos lugares con encanto para pasar unos días durante el verano. Uno de ellos es sin duda Baños de Montemayor, ya casi a tiro de piedra de la provincia de Salamanca, precioso pueblo rodeado de sierras en pleno Valle del Ambroz. Tuve la suerte de pasar allí muchos veraneos durante mi infancia, y me trae recuerdos muy entrañables y cariñosos de aquellos momentos vividos hace ya tanto tiempo, junto a personas que desgraciadamente ya no nos acompañan. Conserva Baños rincones que apenas han cambiado y que destilan ese romanticismo típico de las ciudades balneario de primeros del siglo XX. De hecho, hay establecimientos de hostelería que subsisten desde entonces, como el Hotel "Eloy" o el Gran Hotel Balneario, con su estética de la "Belle Epoque". Gran cantidad de personas acudieron a "tomar los baños" cuyas bondades y beneficios para las enfermedades reumáticas y respiratorias aún hoy siguen resultando atractivas. Pasear por las calles de Baños de Montemayor es una verdadera gozada, detenerse en las tiendas de cestería, tan características de la zona, e incluso atreverse a llegar hasta donde confluyen las provincias de Cáceres y Salamanca a través de la vieja calzada romana. Una pena que la antigua estación de ferrocarril ya no sea operativa, al haberse suprimido la línea ferroviaria que unía Extremadura con Castilla y León por la "Ruta de la Plata", una línea que sería muy deseable que algún día volviera a abrirse, pues sin duda dinamizaría las comunicaciones de nuestra Comunidad con los vecinos castellanos, aunque ya afortunadamente dispongamos de la Autovía. En la época a que se refieren las postales que hoy reproducimos, era todo un calvario transitar hasta Baños por estrechas carreteras, plagadas de cerradas curvas y pronunciadas pendientes. Pero sin duda, cuando el viajero se topaba con este último pueblo de Cáceres por el Norte y descubría su hospitalidad no se sentía defraudado, como tampoco puede sentirse hoy.
domingo, 3 de julio de 2011
Poemario que recomendamos esta semana
Me ha encantado el libro "La Consagración del Otoño", de Miguel Ángel Feria, galardonado con el XIV Premio de Poesía "Ciudad de Salamanca", que recientemente ha publicado la editorial "Reino de Cordelia S.L:", en su colección de poesía "Los Versos de Cordelia", una de mis colecciones, por formato, tipografía y diseño, que más me gustan del actual panorama nacional, en la que a uno le encantaría publicar. Pero eso es otra historia. El libro que ahora recomendamos está dividido en tres partes, con reminiscencias musicales, y juega en su nombre con el nombre del popular ballet de Igor Stravinsky (La Consagración de la Primavera), y de la novela homónima de Alejo Carpentier, recogiendo poemas escritos por el autor en diferentes momentos de su vida. Como se recoge en la reseña que figura en la contraportada de la obra, "memoria y música imperan en esta obra como el rostro bifronte de una conciencia vital cuya palabra, cuyos versos, cuentan la tristeza de lo uno al par que cantan el examen de lo otro con gran hondura poética".
sábado, 2 de julio de 2011
En blanco....y con la palabra en los labios
No escribimos mucho últimamente. No sé por qué, pero el verano no me resulta la época más propicia para perderse en los devaneos de la inspiración, antes al contrario, pereza y desidia parecen apoderarse de la palabra, dejándola prendida de los labios, al borde de un amasijo de folios en blanco, vacíos y sin prisas, como aguardando que el calor lentamente se retire. Tras la primavera, todas nuestras actividades han sufrido un parón inexorable y como en ocasiones anteriores, uno se plantea muchas cosas.
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