
Sí, el próximo viernes 23 de abril, se celebrará el "Día del Libro", con diversos actos en toda España, algunos de tradición muy arraigada, como los que tienen lugar en Cataluña, donde es costumbre ese día de Sant Jordi regalar un libro y una rosa. Pero, ¿cuánto le queda de vida al libro tal y como hoy lo conocemos? Leyendo "Dublinesca" de Enrique Vila-Matas me paro a reflexionar sobre una de las cuestiones que en esta obra se plantean, la del fin de la llamada "Galaxia Gutenberg", esto es, el apocalipsis del libro como soporte, de la imprenta, para dar paso al futuro en forma de libro electrónico, libros digitalizados, lecturas en pantalla de ordenador, o incluso a través del teléfono móvil o la consola. Para quienes somos adictos al libro en papel, y sin ignorar las ventajas de cuanto el progreso nos depara, el debate nos suscita una innegable incertidumbre. Pensemos en que, dentro de unos años, las editoriales, las publicaciones que ahora conocemos, comiencen a desaparecer, como lo han hecho los viejos carretes para dar paso a la fografía digital o todos aquellos soportes tan cotidianos como las cintas de casette, los videos. ¿Tendrá razón Vila-Matas y habrá que oficiar un funeral por el fin de la era de la imprenta? Entretanto, sigamos disfrutando con los libros, con los viejos libros de siempre, por muy usados y arrugados que se encuentren, que no valgan solamente para decorar nuestras estanterías, que ese placer de hojearlos, de releerlos una y otra vez no nos abandone. ¿Quién dijo que la convivencia entre los usos del pasado y las nuevas tecnologías no era posible? Por mi parte, desde luego, no pienso renunciar a mi reloj de bolsillo y a la entrañable rutina de darle cuerda todas las mañanas, como si también se la diera a la vida.