


En Extremadura hay muchos lugares con encanto para pasar unos días durante el verano. Uno de ellos es sin duda Baños de Montemayor, ya casi a tiro de piedra de la provincia de Salamanca, precioso pueblo rodeado de sierras en pleno Valle del Ambroz. Tuve la suerte de pasar allí muchos veraneos durante mi infancia, y me trae recuerdos muy entrañables y cariñosos de aquellos momentos vividos hace ya tanto tiempo, junto a personas que desgraciadamente ya no nos acompañan. Conserva Baños rincones que apenas han cambiado y que destilan ese romanticismo típico de las ciudades balneario de primeros del siglo XX. De hecho, hay establecimientos de hostelería que subsisten desde entonces, como el Hotel "Eloy" o el Gran Hotel Balneario, con su estética de la "Belle Epoque". Gran cantidad de personas acudieron a "tomar los baños" cuyas bondades y beneficios para las enfermedades reumáticas y respiratorias aún hoy siguen resultando atractivas. Pasear por las calles de Baños de Montemayor es una verdadera gozada, detenerse en las tiendas de cestería, tan características de la zona, e incluso atreverse a llegar hasta donde confluyen las provincias de Cáceres y Salamanca a través de la vieja calzada romana. Una pena que la antigua estación de ferrocarril ya no sea operativa, al haberse suprimido la línea ferroviaria que unía Extremadura con Castilla y León por la "Ruta de la Plata", una línea que sería muy deseable que algún día volviera a abrirse, pues sin duda dinamizaría las comunicaciones de nuestra Comunidad con los vecinos castellanos, aunque ya afortunadamente dispongamos de la Autovía. En la época a que se refieren las postales que hoy reproducimos, era todo un calvario transitar hasta Baños por estrechas carreteras, plagadas de cerradas curvas y pronunciadas pendientes. Pero sin duda, cuando el viajero se topaba con este último pueblo de Cáceres por el Norte y descubría su hospitalidad no se sentía defraudado, como tampoco puede sentirse hoy.