domingo, 19 de septiembre de 2010

De vuelta

De regreso a Cáceres, me encuentro con las secuelas de la monumental tormenta que la tarde del 16 de septiembre asoló la ciudad. Árboles caídos, barro por todos sitios, multitud de casas y establecimientos inundados. Ni siquiera el cementerio fue inmune a la fuerza incontrolada de la naturaleza y algunos de sus patios se vieron desbordados por la marea de granizo y los restos de maleza arrastrados por el viento. Parece que el otoño ha querido dejar su tarjeta de visita de la manera menos amable. Esperamos que luego la estación discurra dentro de los cauces habituales. Aunque con esto del cambio climático nunca se sabe. En principio, la ciudad se encuentra en vilo pues faltan muy pocos días para que por fin se decida si continuará o no en la carrera por alcanzar la Capitalidad Cultural de 2016. Es una empresa difícil, pero ilusionante. Y no hay por qué ser pesimista. El futuro de Cáceres está en juego por muchos motivos y lo que se decida afectará sin duda a múltiples campos.

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